TORTUGA - DÍA 8

OSEAS

Gustavo Grosso (Argentina)

 

17 1Cuando Diego comenzó a hablar, lo primero que pronunció fue gol. Al decir de sus hermanas mayores, la segunda palabra fue pelota. Y la primera frase, "mi sueño es ser campeón". Dios Diego, de niño, fue Oseas (o sea, muchas realidades en contra, pases largos y desayunos incompletos). 2Pero en una Navidad, Diego reunió a Hugo, Raúl, Ana María, Lili, Kity, María Rosa y Cali, todos nacidos en Fiorito y les dijo: miren a los costados y ojo con toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Y desde entonces, el pagano más endiosado desde que el mundo es redondo entendió que la profecía no es sólo una palabra o un concepto, sino que merece experimentar con la carne propia. 3Y así, cada día de su infancia Diego viajó hasta La Paternal, ida y vuelta, un poco en colectivo y otro poco a pie. Para hacer del fútbol su compromiso, su ofrenda, su religión.  Y entonó cánticos, nunca dejó de amar. Fue y vino, avanzó al arco y cuidó la pelota. 4Y la pelota lo cuidó a él, a Diego.

18 1Sólo con tener en cuenta el paso lento, la tortuga pudo ser considerado un animal repleto de sabiduría, en la filosofía de Diego y en su biblia aún sin imprimir. Símbolo de la fertilidad y la templanza, aparece también en los libros sapienciales como una buena señal de lo que implica ser fieles a Diego. 2Viven siglos, como Diego; su inmortalidad está sujeta a la decisión del ser supremo. Por siglos, las culturas se renovaban y las tortugas seguían vivitas y coleando. Y eso acrecentó la hipótesis de su inmortalidad. 3Igual que Diego, que siempre está.

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