ZURDO - DÍA 7

EL INÚTIL

Noemí Medina (Argentina)


No lo decía en los papeles. Ni en ningún lugar. Pero desde chico lo sufrió en silencio. Siempre creyó que había nacido incompleto, defectuoso, torcido. Nadie le ayudó a entender que eso podía ser normal, es más, desde su familia misma le hacían ver que no sabía hacer las cosas bien o, mejor dicho, que no sabía hacer nada. Parecía tener colgado el cartel de "inútil" en la frente.

Llevó esa mochila de culpa y contrariedad toda su infancia. Si su familia había sido cruel con él, sus maestras no fueron mejores. Si hasta citaron a su madre para decirle que "ese chico debía ir a un colegio diferencial", ya que le había costado mucho aprender a escribir, dibujar y pintar, y a realizar otras tareas que parecían básicas.

Su madre, convencida de que hacía lo mejor para él, lo llevó a buscar otro colegio donde lo aceptaran tal como era.

Cuando llegaron a ese lugar y vio a los otros chicos, le pidió desesperadamente a su madre que no lo dejara allí. El se daba cuenta perfectamente de que los demás no eran normales. El no estaba seguro de serlo, pero sí sabía que era más inteligente que esos niños que había visto.

El rechazo general había hecho un gran trabajo cercenando y disminuyendo la autoestima de ese niño educado y sensible, que tenía grandes habilidades, pero no precisamente las que se requerían en la escuela.

Durante toda su vida fue incomprendido y siempre se sintió rechazado, le costó hacerse un lugar en el mundo que parecía hecho al revés, para otro tipo de personas. Y todo, por ser zurdo en un mundo de diestros.

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