"INGLATERRA" - DÍA 19

 

INGLATERRA 

Jésica Galeano Jarcousky (Argentina)

 

Lo hacían estudiar con empeño el idioma de Inglaterra, como si él quisiera ir a ese lugar. Tenía que rendir exámenes en el Cultural Británico y pronunciar el inglés a la perfección, pero no le interesaba, lo hacía para hacer feliz a su madre que le decía que le iba a servir para la vida. No sabía por qué algunos padres pretenden que sus hijos hagan lo que ellos no pudieron. Ese era el discurso de su papá, también: “yo a tu edad no podía estudiar inglés; ni se me ocurría pedirlo porque sabía que no había dinero para eso y si hubiera podido tampoco había donde estudiar en mi pueblo”

El aprendizaje del inglés en el Instituto daba sus frutos, podía comprender las películas y darse cuenta de lo mal subtituladas que estaban algunas y en la escuela ni siquiera tenía que estudiar para la materia. Pero igual había algo que lo aburría, su madre lo cambiaba de institutos, contrataba a otros profesores y trataba de mantenerle la mente ocupada, que según ella era lo que lo iba a alejar de los malos hábitos. Sus padres sostenían que el estudio era la manera de triunfar en la vida.

Pero a él le gustaba jugar al fútbol, se la pasaba toda la tarde pateando la pelota, hasta que lo arrastraban a su escritorio para que pusiera atención a sus tareas. Era el motivo por el que más renegaban sus padres. No entendía cómo ese hijo había salido tan futbolero si ellos no lo eran. Aspiraban para el niño un futuro intelectual, una carrera académica, ni pensaban en llevarlo a probarse a clubes.

El chico, sabiendo los propósitos de sus progenitores, no decía que su sueño era triunfar en el fútbol porque era lo que más feliz lo hacía en este mundo. Fue entonces que su abuela, al verlo  sufrir, intercedió para que participara de los partidos que se armaban en el colegio, alegando que el deporte ayuda a los muchachos a oxigenar el cerebro y pensar mejor. Lo cierto es que tenía grandes habilidades para el fútbol. Su profesor lo notó y convocó a los padres para que lo llevaran a probarse a un club grande. Estos se negaron de manera tajante.

Al enterarse de la negación de sus padres, el chico amenazó con dejar de estudiar inglés. Esto generó grandes  conflictos pero la abuela, intercesora como siempre, les recomendó que lo dejaran jugar ya que ese don que tenía le abriría puertas para participar del deporte en alguna universidad.

Después de muchas idas y vueltas, accedieron y poco a poco el chico fue ascendiendo en el fútbol, pero obligado debía ir a la Universidad para recibirse de licenciado y no podía rendir como los otros que se dedicaban de lleno al deporte. Sin embargo, jamás renunció al sueño de ser jugador profesional.

Se recibió de abogado y nunca ejerció, sino que con el título en mano mintió a sus padres diciendo que se iba a Inglaterra por trabajo pero en realidad se iba a probar suerte en el fútbol.

Pasaron los años y se comunicaba muy poco con sus papás, casi ni los telefoneaba, apenas les decía en qué estaba trabajando y la falta de práctica del castellano lo volvía más seco en las conversaciones.

Grande fue la sorpresa de su papá cuando alguien le dijo en el almacén que un chico con el mismo nombre y apellido del hijo jugaba en el mundial de fútbol. Rarísimo un nombre en castellano, en ese equipo inglés… pero al acercarse a la pantalla para leer bien el nombre comprobó que sus esfuerzos para alejarlo de lo que amaba fueron en vano…Ahí estaba el chico, era su cara de antaño ya madura y entraba a la cancha decidido a ganar.

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